Cerca del final del tercer siglo antes de Cristo, el rey Tsao envió a su hijo, el príncipe Tai al templo a estudiar con el gran maestro Pan Ku. Porque el príncipe Tai sería el que sucedería a su padre como rey. Pan Ku sería quien le enseñaría las bases para ser un buen padre de familia, un buen hermano, un buen vecino, en una palabra, un buen hombre. Cuando el príncipe llegó al templo, el maestro lo envió solo al bosque Ming-Li. Después de un año el príncipe tenía que regresar al templo para describir los sonidos del bosque.
Cuando el príncipe T'ai regresó, Pan Ku pidió al niño que describiera todo lo que él había podido escuchar. "Maestro", replicó el príncipe, "yo he podido escuchar el canto de los búhos, el susurro de las hojas, el vuelo de los insectos, el canto de los grillos, el toque del pasto, el zumbido de las abejas y el murmullo del viento".
Al concluir el príncipe su relato, el maestro le pidió regresar al bosque a escuchar más allá de lo que ya había escuchado. El príncipe estaba desconcertado por lo que le pidió el maestro. ¿No habría escuchado cada sonido realmente?.
Día y noche, el joven príncipe permaneció sentado solo en el bosque escuchando. Pero él no percibió otros sonidos de los que había oído. Entonces, una mañana cuando el príncipe estaba sentado en silencio bajo los árboles, él empezó a discernir ligeros sonidos diferentes de aquellos escuchados antes. Agudizó su oído y los sonidos comenzaron a ser más claros. En ese momento tuvo una sensación de lucidez que lo envolvía. "Estos deben ser los sonidos que el maestro quería que yo escuchara", reflexionó.
Cuando el príncipe T'ai regresó al templo, el maestro le preguntó qué más había escuchado. "Maestro", respondió el príncipe reverentemente, cuando yo escuché más de cerca, escuché lo esencial: "el sonido de las flores cuando se abren, el sonido del sol calentando la tierra y el sonido del pasto cuando prueba el rocío de la mañana".
El maestro aprobó con la cabeza. "Escuchar lo esencial -remarcó Pan Ku- es una disciplina necesaria para ser un buen ser humano. Solo cuando alguien ha aprendido a escuchar con atención el corazón de las personas, a escuchar sus sentimientos no comunicados, el dolor no expresado, y demandas no proferidas, puede él esperar inspirar confianza en los demás. Entender cuando algo está mal, y encontrar las verdaderas necesidades de los otros. Los problemas e incomprensiones sobrevienen cuando solo escuchamos palabras superficiales y no penetramos profundamente en el alma de las personas para escuchar sus verdaderas opiniones, sentimientos y deseos".